RETOS DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA EN EL SECTOR ALIMENTARIO

 

El Business for Social Responsibility (2000) sostiene que la responsabilidad social empresarial es la administración de un  negocio de tal forma que excede las expectativas éticas, legales, comerciales y públicas que tiene la sociedad hacia una empresa. Bajo esta definición, la RSC se vuelve más compleja y comprende el tema de derechos humanos, gobierno corporativo, prácticas de negocios justas, relaciones con los consumidores, prácticas laborales, medio ambiente, interés en la comunidad y en el desarrollo, etc.

 

Responsabilidad Social Corporativa es por tanto sinónimo de ética empresarial, por la que se garantiza al usuario de la marca (hoy ya no se le denomina consumidor) que los patrones de gestión de la compañía guardan mucho más allá que el mero cumplimiento normativo; además, la empresa establece un contrato tácito con sus audiencias y stakeholders por la que esta establece un compromiso de sostenibilidad traducido en una contribución activa a la mejora económica, medio-ambiental y social. Ello implica, más aún en el sector alimentario, una apuesta firme y decidida por el consumo responsable.

 

Logicamente, la integración en la gestión empresarial de una política activa de RSC, constituye una mejora que debe ser convenientemente informada, pues supone un valor añadido a los servicios y/o productos de la compañía, muy demandado por las audiencias quienes, cada vez más, exigen unos procesos productivos responsables.

 

No obstante y dada la enorme confusión en este campo, debido pricipalmente a la ausencia de indicadores normalizados para determinar los grados de sostenibilidad de las empresas, mencionamos a continuación una serie de parámetros con el objetivo de hacer reflexionar a los directivos sobre la necesidad de implementar estas políticas en sus compañías. Con seguridad, aquellas empresas que desarrollen acciones demostrables de RSC en su estrategia de competitividad, tendrán un puesto muy avanzado en la organización empresarial de un futuro a medio y largo plazo.

 

 

El compromiso Social

Al estimar que los Alimentos son un bien clave de la Humanidad, ubicamos a las empresas del sector alimentario en una posición determinante para garantizar el mantenimiento de los mismos con plenas garantías de inocuidad, salubridad y calidad. Ello no sólo debe ser fijado por el estricto cumplimiento de las normativas vigentes en los diversos mercados; además debe constuir el eje principal de trabajo de la empresa.

 

Las compañías del sector alimentario deben entender que establecen un compromiso con la salud de sus audiencias, en la que los productos son los medios que rigen dicho acuerdo.

 

Además, deben alentarse las apuestas por las mejoras sociales en los entornos con las que la empresa interactúa, tánto en sus mercados extractivos o productivos, como en aquellos meramente comerciales. Así, por ejemplo, el respeto a las comunidades productoras de los países con menos recursos y la participación en proyectos sociales de mejora de la dignidad, la cultura y la educación de las las mismas, debe constituir una de las máximas corporativas. Inversiones en materia de investigación bio-médica, sanitaria o nutricional, pueden incentivar el consumo saludable en los mercados de destino comercial. Cesión de excedentes productivos a Bancos de Alimentos, patrocinios deportivos, contratación de personal minusválido o con riesgo de exclusión... son sólo algunos ejemplos válidos de actuaciones de RSC.

 

 

Compromiso con el Medio-ambiente

“El sector de alimentos y bebidas contribuye a alrededor del 23% de los recursos a escala mundial, el 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 31% de las emisiones acidificantes, es por eso que es necesaria una implicación global de esta industria para hacerla más responsable y eficiente”, Marta Tomás, coordinadora de la Red Española del Pacto Mundial.

 

Esta frase define con exactitud meridiana la responsabilidad de las empresas del sector alimentario con el futuro del medio-ambiente. Aspectos como el Ciclo de Vida útil de los productos, la Huella Hídrica o de Carbono, el Control de Gases y Emisiones contaminantes son, sin duda, la gran asignatura pendiente que debemos afrontar como colectivo profesional. Obviamente, aunque supongan primeros pasos estimables, no basta con invertir en el desarrollo de envases reutilizables... Reducir y minimizar al máximo el impacto ambiental de los procesos productivos debe ser nuestro objetivo más urgente y prioritario. El futuro de todos está en juego.

 

 

Compromiso Económico

El Comercio Justo es un término que todos aceptamos como garante de una contraprestación equitativa por los servicios profesionales y productos que adquirimos. Ahora bien: ¿realmente conocemos sus implicaciones...?; ¿y si pudiera demostrarse que, gracias al mercado globalizado, no sólo no abaratamos costes sino que acabamos reduciendo la producción y los resultados de nuestras compañías...?

 

Este aspecto se pone en relación con los aspectos sociales, al sustituir los proveedores habituales de nuestras comunidades por otros más alejados incluso fuera de nuestras fronteras. La reducción momentanea de costes no compensa en absoluto el empobrecimiento que hemos ocasionado a nuestra cadena de producción local. El mercado habitual que constituye nuestro entorno no podrá comprarnos, con lo que deberemos buscar nuevos mercados exteriores, reduciendo la producción debido a la escada demanda, obligándonos a bajar precios y a invertir en costosos procesos de internacionalización que pueden salir bien... o no.

 

Como vemos, no es oro todo lo que reluce, siendo mucho más importante a largo plazo en materia de RSC la dinamización de las economías locales para la mejora del nivel de vida de nuestro entorno, que la mera obtención de beneficios cortoplacistas que, por otra parte, son tremendamente penalizados por nuestras audiencias.

 

 

Algunos datos finales

Un estudio publicado en 2014 por la Fundación Adecco sobre Responsabilidad Social Corporativa y consumo deja algunos datos significativos del sentir de gran parte de la población española, por ejemplo:

• Mas del 80% de los españoles dejaría de consumir una marca que no respete el entorno o los derechos fundamentales.
• Sólo un 16,7% otorga más importancia a otros aspectos, como el precio del producto o la cercanía del establecimiento.
• La mayoría (61,8%) desconoce el significado del término Responsabilidad Corporativa, pero sin embargo, un 90,3% exige a las empresas el mismo compromiso que a los poderes públicos a la hora de responder ante los problemas del entorno.
• Hay un desconfiado 5% que asocia la RSC con una herramienta de marketing que las empresas utilizan únicamente para incrementar su reputación y notoriedad.
• El 60% de los consumidores españoles no sólo cree que las empresas relacionadas con el sector de la alimentación y bebidas son las más responsables, sino que además piensa que ese sector es ‘muy responsable’.
• El consumidor español se ha vuelto ‘más selectivo’: el 47% de los encuestados afirma haber dejado de comprar ciertas marcas o productos porque creen que su método de producción no respeta lo suficiente el entorno.

Tal y como señala Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, “ante una economía doméstica resentida, los ciudadanos se vuelven más selectivos a la hora de adquirir productos, dando más importancia a la responsabilidad de marcas y empresas”.

 

 

Como hemos visto, la RSC está llamada a integrarse plenamente el estructura organizativa de las empresas alimentarias. Sus gestores deben entender que son los usuarios de las marcas quienes deciden el futuro de las mismas, exigiéndoles trasparencia y buenas prácticas, para garantizar la óptima reputación pública de la compañía. Las preguntas para finalizar son: ¿ha estimado de interés las informaciones que le hemos expuesto?, ¿tiene pensado integrar una política de RSC a corto plazo en la gestión de su empresa?... Les agradeceríamos que nos contase sus opiniones y experiencias. ¡Muchas gracias!.