FACTORES DE SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL EN EL SECTOR ALIMENTARIO

Huella hídrica, de Carbono, el Análisis del Ciclo de Vida (ACV)... son todos conceptos de suma importancia para nuestro sector, que debemos estimar para minimizar el impacto ambiental y como aportes de alto valor añadido en las estrategias corporativas de las empresas.

La Sostenibilidad, no es sólo un “adorno” mediático por el cual las empresas publicitan sus avances en materia de Responsabilidad Social Corporativa; cierto que supone un gran avance estratégico de posicionamiento, pero que debe ser respetado y convenientemente implantado por todos los eslabones de la cadena empresarial, desde la gerencia a todos los empleados y, especialmente, correctamente transmitido a las audiencias como stakeholders de la compañía.

 

Ello implica conocer a fondo cuales son los términos y conceptos sobre los que deberemos actuar, en este caso bajo parámetros medio-ambientales, a fin de lograr el cumplimiento riguroso de unos objetivos de sostenibilidad que impliquen el menor consumo de recursos y los menores residuos nocivos emitidos tras los procesos productivos desarrollados.

 

En primer lugar estimaremos la Sostenibilidad ambiental como un equlibrio con los recursos empleados, en el cual el balance es tendente a cero en la relación entre el gasto y la emisión, aplicado concretamente a la explotación de un recurso siempre por debajo del límite de renovación del mismo. Así, en una empresa, independientemente del sector, este concepto puede trasladarse a la relación de consumo de materias primas no renovables y la emisión de residuos contaminantes o de difícil reciclado.

 

Por ejemplo, el concepto de Huella de carbono, fue de los primeros en estimarse bajo un marco regulativo estricto. Tras el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático en 1997, los 187 países industrializados que lo ratificaron se comprometieron a una considerable reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), al estimar las indicaciones de la comunidad científica que hacían peligrar la estabilidad ambiental en el planeta debido al calentamiento global. Curiosamente el mayor emisor de GEIs es Estados Unidados, que no firmó el protocolo... La huella de carbono se identifica con la totalidad de GEIs emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, servicio o producto.

 

Además, y concretamente en el sector agrícola, el consumo de agua dulce adquiere niveles dramáticos, tanto en su aspecto global (en España, cerca de un 20% del agua cosumida se utiliza en prácticas de riego agricola, elevándose a un 34% al incluir el resto de tratamientos de transformación alimentaria en todo el sector), como bajo el indicador cualitativo englobado bajo el término de Huella hídrica. La huella hídrica puede ser fácimente mesurable, estimado el volumen de agua utilizada directa e indirectamente para la elaboración de productos y servicios consumidos en un año por los habitantes de un país o territorio en concreto. Así, la huella hídrica por habitante y año en España es de 2.288 m3/hab./año, siendo las necesidades de agua para mantener el consumo de un español medio de 6.269 litros por habitante y día.

 

Con toda lógica, el término de huella hídrica puede extrapolarse hacia cualquier bien de consumo, estando por ejemplo en 16.000 litros de agua la necesaria para elaborar un kilo de ternera o los 140 para una taza de café. Ello evidencia la gran descompensación de recursos empleados, estimando además que cerca del 40% de la huella hídrica española impacta fuera de nuestras fronteras, descontando los recursos acuícolas directamente a otros paises productores.

 

Nuestra empresa está pues “obligada” a calcular las huella de carbono e hídricas impactadas, tánto en sus procesos productivos cómo en los de los proveedores de materiales y servicios empleados, incluyendo también los procesos de comercialización. Y entrecomillamos el término pues puede considerarse por los avances regulativos en el sector, que próximamente deberemos indicar de manera informativa el porcentaje de huella hídrica en cada uno de nuestros productos, convirtiéndose en certificación empresarial (en estudio, bajo la ISO 10446) y en norma legal más adelante. La regulación a las empresas por la emisión y tratamiento de gases tóxicos o nocivos, incluyendo también el tratamiento de aguas residuales, incluso como parte definida de los Planes de Impacto Ambiental de redacción obligatoria en múltiples casos, hace tiempo que son norma en el sector, si bien con grados de cumplimiento variables.

 

Y precisamente, el término que define la totalidad de los impactos ambientales de un producto o servicio durante todas las etapas de su existencia útil (incluyendo su ideación, fabricación, destrucción o reciclado), es el denominado Análisis del Ciclo de Vida (ACV), por el cual se cuantifica el empleo de recursos (energía, materias primas y agua) y las emisiones generadas como residuos en todas las fases de vida del producto o del servicio. Esta evaluación neta de “entradas” y “salidas”, incluidos otros factores intangibles vinculados a la sostenibilidad social e influidos por el áuge del eco-diseño y de las nuevas culturas ecológicas de consumo, hacen del ACV una herramienta de innovación de primer orden, que debe implantarse con eficiencia en el sector alimentario. La figura del Gestor ambiental, ya integrado en la compañía o como asesor externo, empezará a formar parte cotidiana de los procesos productivos de nuestras empresas.

 

 

+ info:

  • Huella de Carbono: http://carbonzero.es/huella-de-carbono/?gclid=CNKuvOesiL4CFUTMtAodETQADw
  • Huella Hídrica: http://www.aec.es/c/document_library/get_file?p_l_id=237641&folderId=997154&name=DLFE-13339.pdf 
  • Análisis del Ciclo de Vida: http://www.ismedioambiente.com/programas-formativos/analisis-del-ciclo-de-vida-conceptos-y-metodologia

 

 

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